Sentada frente a mi escritorio un unicornio me mira burlonamente de mi. Y mientras nuestras miradas chocan me pongo a pensar como ha pasado el tiempo.
Juego con la mecedora heredada de mi abuela mientras sólo pienso en cuantas ganas deseo de fumarme un cigarrillo, ¿Cual es el numero de fumadores que mueren al año por cáncer de pulmón? No, no, mejor dejo a un lado las ganas de fumar no vaya a ser que invoquemos al mismo diablo.
El unicornio sigue en su mismo lugar pero yo he viajado muy lejos, en el tiempo mi mente viaja sumamente rápido, a veces suelo recordar ocasiones que me hicieron temblar de miedo, pero mi memoria ya no es tan buena, ya no recuerdo con exactitud momentos que en una época creí que jamás olvidaría.
Por ejemplo, llevo días con un recuerdo de secundaría donde me sentía como el león cobarde del Mago de Oz, estaba entre mis padres llorando porque hice algo que era muy malo y les rogaba me cambiaran de plantel, estaba segura de no querer regresar jamás a esa escuela, sin embargo ellos me dijeron que tenía que enfrentar mis miedos y al día siguiente fui a clases.
En ese entonces supe que era algo que jamás olvidaría pero ahora, ocho años después no logro recordar que fue lo que ocurrió en ese entonces y sólo puedo verme a mi llorando por no querer entras en aquel lugar.
El unicornio me hace señas con su mano para llamar mi atención, pero tengo muchas cosas en mente. Ya es tiempo de independizarnos, dice el unicornio y le respondo: Como si fuese tan sencillo, aunque se que en mi mente todo es sencillo.
Si trabajo un año en aquel lugar que me recomendaron con turnos dobles tendré suficiente dinero para rentar un departamento. Una risa en mi cabeza suena estrepitosamente mientras yo frunzo los labios al recordar que no es tan fácil, ok, ok, al menos deberíamos buscar trabajo para volar del nido.
El unicornio se rie a carcajadas recordándome las ganas que tengo de fumar un cigarillo.
1 comentario:
No lo pienses mucho, vuela ya.
Publicar un comentario