Podía volar.

Era conocida como la pirotecnia humana, por que todo en ella emanaba una energía sobre humana que si te atrevías a confrontar salias herido.  No, su energía no era mala, en realidad era la más pura que encontraras en tu vida, tan pura que nada podía perturbar. 
Todo en ella lo decía, su forma de bailar con tanta libertad, tan abierta, cuando giraba y su cadera se movía al ritmo de la canción, cuando su largo cabello castaño se movía por el aire y sus brazos dibujaban figuras inimaginables, podías creer que ella volaba y lo hacia, lo hacia con su mente.
Ella podía volar, y lo hacia, cuando caminaba por la ciudad con una fresca sonrisa en el rostro y ¿es que sabes? En el mundo existen las sonrisas frescas y las deterioradas por la sociedad que las ensucia de mierda, de una mierda que te hace pudrirte desde tus adentros con todos tus remordimientos, envidias, corajes, tristezas y miedos.  Era lo que la hacia especial, ella jamas se corrompió por esa insignificante mierda y era feliz, lo era, pero los demás no.  Y como a el moustro de Frankenstein fue perseguida, lastimada y perturbada por esa sociedad que tanto la envidiaba.  Por todos nosotros que deseábamos saber el motivo de su pureza en nuestro podrido mundo.

Ella jamas dejo que la corrompieran, ella jamas volvió a ser ella y se podría decir que ese día ella cayo en la mas profunda y triste muerte, la muerte del alma pura.